El lunes 16 de julio de 1212 se
libró la batalla de las Navas de Tolosa,
el domingo 27 de julio de 1214 la de Bouvines, y a caballo entre ambas
la de Muret el jueves 12 de septiembre de 1213. En poco tiempo tres batallas
campales "decisivas" que abrían el siglo XIII. La primera
afianzaba la “Reconquista” y abría el valle del Guadalquivir a los castellanos,
la segunda marcaba el despegue definitivo de la monarquía capeta, y la última
suponía el ocaso de una Corona de Aragón ultrapirenaica. Todas ellas tienen
algo en común: son batallas campales y las tres tuvieron importantes
consecuencias geopolíticas y socioeconómicas. Constituyen una rareza, pues la
Historia Social de la Guerra ha demostrado la extrañeza de este tipo de
combates en la guerra medieval, guerra que era más de razias y escaramuzas, apropiación y
destrucción de recursos, asedios y bloqueos.
(Foto de Valischka. Recreación histórica del s. XIII en Loarre)
George Duby dedicó una magnífica
obra a la batalla de Bouvines, Francisco García Fitz a la de las Navas, y
Martín Alvira a la de Muret. Las obras de estos autores tienen algo en común:
utilizan la batalla como pretexto para hablar de muchos otros aspectos. Lo que
por el título del libro podrían parecer obras de la tradicional historia
militar esconden, gracias a sus autores, una visión de toda una época descrita
al contextualizar a la batalla y sus participantes en una época, en una
estructura política, socioeconómica y mental plenomedieval. Se enmarcan pues, en los nuevos estudios de la guerra.
George Duby (1919-1996),
reputado medievalista francés se encuadra dentro de la tercera generación de
Annales, publicó El domingo de Bouvines en 1973, siendo publicado en castellano
en 1988. Bouvines es su excusa para hablar de una época, sus gentes y su
mentalidad. Así pues, narra cómo cuando Francia aún no era Francia, con el sur
dominado por la herejía y el norte acosado por el Emperador unido al rey de
Inglaterra, la monarquía capeta refuerza su autoridad interna y externa
venciendo el domingo 27 de julio de 1214 a los enemigos externos y a los
rebeldes de Flandes. En su relato, Duby inserta la crónica de Guillermo el
Bretón, espectador privilegiado del acontecimiento, el cual describe la
batalla, no sin parcialidad. Guillermo el Bretón no es objetivo (ni pretendía
serlo) pues ensalza al rey Felipe II y denosta a sus enemigos, glorifica a los nobles caballeros y desdeña a
los peones de infantería. Duby parte de ahí para explicar el mundo mental de
aquellos caballeros que combatieron en Bouvines, de aquellos eclesiásticos que
predicaban la paz de Dios, de aquel rey que recibió el apelativo de Augusto y
aquél cronista que dejó constancia de los hechos. El domingo de Bouvines
es una gran obra. El domingo de Bouvines significó mucho en 1214, significó
mucho en 1973 y sigue significando mucho hoy en día, ya no en el lejano campo
de batalla del norte de Francia sino en la historiografía.
(Foto de Valischka. Recreación histórica del s. XIII en Ibieca/Foces)
Recogiendo el testigo del
Bouvines de Duby, Francisco García Fitz, medievalista español y profesor en la
Universidad de Extremadura, publicó en 2005 Las Navas de Tolosa. En
dicha obra, García Fitz, habla desde la forma de hacer la guerra medieval hasta
la ideología de Reconquista y Cruzada, pasando por los recursos económicos que
sostuvieron la empresa emprendida por Alfonso VIII de Castilla y a la que se
sumaron los reyes de Navarra y Aragón. Comienza recapitulando sobre la
historiografía, un estado de la cuestión sobre el estudio de la batalla
medieval y la construcción del mito sobre las Navas, encuentro bélico singular
y excepcional. Continúa explicando la coyuntura política que hizo posible la
alianza cristiana que combatió en julio de 1212 a los almohades, prosigue
hablando de la economía y la ideología para acabar desembocando en las
características militares de la batalla propiamente dicha.
García Fitz concluye cuestionando
que las Navas de Tolosa fuese una batalla decisiva pues la expansión castellana
por el Guadalquivir se produjo más de una década después:
"Las Navas fue, pues, un
acontecimiento militar fuera de lo común por los recursos puestos en liza y por
la rareza misma de tales operaciones en las tradiciones militares medievales,
pero no fue una batalla decisiva. No creemos estar cayendo en un supuesto de
“historia-ficción” si afirmamos que los desarrollos históricos que le
sucedieron eran perfectamente posibles y probables sin necesidad de que aquélla
se librara o si su resultado hubiera sido distinto. Las Navas no decidió la
Historia de los Estados peninsulares en la Edad Media, pero ratificó procesos
de largo alcance y tendencias de fondo. De ahí que haya quedado como expresión
simbólica de todo ello”.
(Foto de Valischka. Recreación histórica del s. XIII en Ibieca/Foces)
Por tanto, las grandes batallas
campales fueron la excepción en la Edad Media y quizás no fueron tan decisivas
como se plantea, e incluso se ha planteado al inicio. Más Historia y menos
mitos.
De hecho, fue en el siglo XIX
cuando se mitificaron enormemente algunas de estas batallas. En el caso de las
Navas de Tolosa, es buen ejemplo de ello, la pintura nacionalista e
historicista, como los óleos que se pueden contemplar en el Museo del Prado: Batallade las Navas de Tolosa o de Alacab, ganada contra los moros, en lasinmediaciones de Sierra Morena, por don Alfonso VIII de Castilla, ayudado porlos reyes de Aragón y Navarra, el día 16 de julio de 1212 (1864) y El
triunfo de la Santa Cruz en la batalla de las Navas de Tolosa (1892).
Finalmente, quiero señalar que es
muy recomendable el cómic sobre las Navas de Tolosa de Jesús Cano de la
Iglesia, basado en gran medida en la obra de García Fitz. Supone una gran labor
de divulgación y una delicia visual.
Daniel Aquillué
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