El pronunciamiento de Riego: 1 de enero de 1820


Rafael del Riego, con una pose muy napoleónica y alegórica de la Constitución. Fuente: BNE

Los últimos días del año 1819 fueron agitados en varios pueblos de Sevilla y Cádiz. Aparentemente no ocurría nada, pero los mensajes circulaban entre una red de conspiradores situados en localidades como Arcos de la Frontera y Las Cabezas de San Juan. Los liberales españoles iban a intentar un nuevo pronunciamiento, tras una infructuosa intentona en julio de ese mismo año. Desde entonces se había implicado un militar, convencido firmemente de las ideas constitucionalistas de 1812: Rafael del Riego.

Sobre este personaje se defendió en la Universidad de Alicante una Tesis Doctoral: Rafael del Riego, símbolo de la revolución liberal de Víctor Sánchez Martín (dirigida por Emilio La Parra, codirigida por Rafael Zurita), que aparecerá próximamente publicada en formato libro. Las siguientes líneas se sirven mucho de dicha investigación.

Tras la Guerra de Independencia (1808-1814) y la revolución liberal llevada a cabo por las Cortes de Cádiz, Fernando VII había regresado a España, dando un golpe de estado contra la Constitución y restableciendo el absolutismo. Este no sería igual que el de su padre Carlos IV, pues la guerra y los cambios liberales, de los que se aprovechó, le dieron más capacidad de maniobra, más poder. Hubo varias intentonas liberales para restablecer el régimen constitucional que acabaron en fracaso. Mientras, la España americana se ve sacudida por guerras civiles, entre independentistas y realistas. Entre los realistas, unos piensan que sólo cabe vencer en el campo de batalla mientras que otros consideran que el restablecimiento de las libertades constitucionales bastaría para poner fin a aquella sangría.

Así llegamos a 1819. La monarquía española tiene problemas hacendísticos que no se consiguen solucionar, problemas para restablecer la flota (ahí se enmarca el asunto de los barcos comprados al zar de Rusia) y enviar nuevos cuerpos expedicionarios al otro lado del Atlántico. En julio de 1819 ya se había intentado un pronunciamiento liberal, pero fue desarticulado. Aprovechando la red conspirativa existente, se planteó uno nuevo para finales de año. Finalmente sería el 1 de enero de 1820 cuando se iniciara un nuevo pronunciamiento liberal.

Los pronunciamientos fueron una forma de actuación política del siglo XIX. No eran golpes militares, sino que los militares fueron la cabeza visible de todo un entramado cívico-militar que pretendía establecer un poder civil y constitucional. Se trataba de lanzar un manifiesto que insurreccionara a las ciudades y pueblos de país, presionando así al gobierno establecido, para forzarlo a un cambio. Su intención no era tomar el poder al asalto armado de la capital, sino presionar desde la periferia al centro político. El pronunciamiento en sí era un hecho simbólico. Sobre estos temas han escrito autores como Irene Castells, Josep Fontana, Blanco Valdés, Sisinio Pérez Garzón…

En la nueva conspiración, a finales de 1819, se encontraban personajes como Alcalá Galiano, Quiroga, Mendizábal y Rafael del Riego. Los dos primeros planteaban que fuera un pronunciamiento liberal pero sin aludir explícitamente a la Constitución de 1812, y que la cabeza visible fuera Quiroga. Por su parte, Mendizábal y Riego se manifestaban claramente partidarios del texto constitucional de Cádiz y, aunque reconocían el liderazgo de Quiroga, el papel otorgado a Riego iba en aumento, dada su implicación, activismo y carisma entre las tropas acantonadas en Cabezas de San Juan.

Riego comandaba el Batallón Asturias, el cual estaba preparándose para partir a la guerra de América. Nadie quería ir allí. Las noticias de la extrema dureza de aquel conflicto (en la Isla de León estaba el depósito de heridos de América, con mutilados que contaban los sangrientos detalles de la guerra), la lejanía, el incierto viaje en barcos de dudosa consistencia, la desmoralización, la creencia de que restablecer las libertades de los españoles de la Península y América bastaría para acabar la guerra…  abonaban el terreno para el pronunciamiento.



Así las cosas, todo estaba preparado. El 1 de enero de 1820 se inició el pronunciamiento constitucional. A las 9 de la mañana, en la plaza de Cabezas de San Juan, Rafael del Riego proclamó la Constitución de 1812 ante las tropas formadas, nombró alcaldes constitucionales, y a las 3 de la tarde salieron del pueblo. En la madrugada del 1 al 2 de enero llegaron a Arcos (Cádiz) donde se les debía unir el Batallón Sevilla, pero que llegó con retraso. Ante la incertidumbre, Riego actuó por su cuenta, deteniendo a  las autoridades militares de Arcos. Al amanecer del día 2 llegaron, por fin, los soldados del Batallón Sevilla. Ese día lo dedicó a comunicarse con Quiroga, quien debía tomar la ciudad de Cádiz, objetivo que no consiguió. El 3 de enero, Riego consigue la adhesión del Batallón Aragón. El día 4 tiene 4 batallones sublevados a su mando, pero le rodean 12.000 soldados del ejército de Ultramar. Riego se convirtió, desde el primer momento, en el símbolo de la revolución.

Se inició entonces un periplo de los pronunciados, entre diversas noticias y persecuciones, que parecía condenar todo al fracaso. En sí, el pronunciamiento había fracasado. Sin embargo, sus efectos se notaron semanas después, con el levantamiento urbano y la formación de juntas que acabaron por forzar a Fernando VII a jurar la Constitución el 7 de marzo de 1820. Así pues, fue la revolución civil la convirtió aquello en un triunfo, iniciándose el conocido como Trienio Constitucional, el cual sería debilitado por una guerra civil desde 1821, y finiquitado por la invasión de un ejército francés absolutista en 1823.

Daniel Aquillué Domínguez



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