Comencemos por una mujer
convertida en mito, más concretamente en Mártir de la Libertad Española:
Mariana Pineda. Detenida el 18 de marzo de 1831 por conspirar a favor de los
constitucionales y acusada de poseer una bandera liberal con el lema “Libertad,
igualdad, ley”, fue “inmolada con
escándalo de toda Europa” por garrote vil en Granada el 26 de mayo de 1831, a
la edad de 26 años. Por cierto, no puedo sino recomendar la serie "Proceso a Mariana Pineda" (1984) de RTVE.
¿Y por qué hablo de Mariana Pineda si al estallar la Guerra Carlista llevaba dos años muerta? Porque fue convertida en mito, formando parte de una cultura política liberal que nutría la retaguardia isabelina. Muestra de ello son las publicaciones de esos años. En mayo de 1836 aparece el poema "Mariana Pineda o el último día de la Hermosa de Granada" en la que se la enlazaba con Padilla y Riego. Y acababa señalando que "MARIANA vivirá perpetuamente en la noble memoria de los buenos”. Además, desde 1839, el ayuntamiento de Granada estableció una fiesta cívica en su honor. Y ese año pusieron la primera piedra de un monumento en honor de Mariana Pineda.
Pero España estaba en guerra
civil. No bastaban heroínas muertas. Las mujeres defendieron con armas en las
manos sus pueblos y ciudades frente al carlismo. Pronto, la prensa se hizo eco
de algunos de estos casos. Veamos algunos casos.
Montalbán (Teruel) fue asediado por los carlistas de Cabrera en 1839, resistiendo varios ataques. Destacaron en su defensa 49 mujeres, esposas de los milicianos nacionales. En particular, se señala a dos: Doña Florencia y María Cirugeda.
Doña Florencia es descrita como
"culta pero ciegamente entregada a las patrañas de la libertad” “logró
hacerse con el mando”, ejerciendo de facto como gobernadora de los 500
soldados, la Milicia Nacional y las “monstruosas mujeres”. Dirigió el fuego
desde la de la torre hasta que fue herida. La otra heroína destacada, Mariana
Cirugeda tenía 22 años y “se batió como el más valiente de los hombres” armada
de fusil. Cuando la noticia llegó a Zaragoza pronto la compararon con las
heroínas de 1808.
En Olot, en 1837 se presentó voluntaria para combatir por la Reina una joven de 18 años: Luisa Casiñol. Se cuenta vestía gorra, blusa y pantalón. Luchó como un soldado más, armada con carabina, siendo “llamada Luis por sus compañeros”.
Junto a las heroínas, tuvieron un
papel importante las viudas. Estas podían serlo de ilustres generales como
Juana de Vega lo era de Mina, de milicianos caídos como las de Bilbao o del
Cinco de Marzo o de víctimas del despotismo moderado como el caso de las viudas
de Comares. Ellas adquirieron un rol relevante como actoras políticas por sí
mismas y como guardianas del legado y memoria de sus maridos mártires de la
libertad, siendo objeto además de atención, homenajes y recompensas.
María Castillo y Ana Cabezas eran las viudas del alcalde y de un notable del malagueño pueblo de Comares, los cuales murieron en la prisión ordenada por el moderado Capitán General Palarea. Viajaron a Madrid para pedir justicia y se convirtieron en símbolos de la libertad.
Otros casos de viudas activamente
políticas los encontramos en pueblos zaragozanos. Mª Antonia Marco denunciaba
en 1840 ante el Jefe Político que en Villalengua “se trata de perpetuar poco
menos que una sola familia en los empleos de concejales”; y por otro, Pascuala
Monguilan, de Ibdes, “afecta al sistema constitucional” se veía implicada en
conflictos locales, amenazada por “personas desafectas” que llegaron a atacar
su vivienda en 1841.
Estas intervenciones de mujeres
en política no gustaban a gente como el misógino y alarmado moderado Gabriel
García y Tassara quien escribió "la politicómana" en Los españoles
pintados por sí mismos, llegando a decir “que se les fusile” porque -según
él- la política no debía ser cosa de mujeres.
Otras mujeres caían víctimas de
los desastres bélicos, siendo dos fusiladas por los carlistas en Torrente de
Cinca el 17 de noviembre de 1837 –al
igual que lo había sido la madre de Cabrera un año antes-. O se ejercía una
violencia específica de género como con Josefa Garbizu a la cual los carlistas
le raparon la cabeza y pasearon por todo
Bera, emplumada encima de un burro, y lo mismo con Manuela Etxegoien, de Irún,
y con otra de la vecindad de Goizueta, imputándoles ser espías.
Tampoco podemos olvidar que la jefatura del Estado la tenían en esa época dos mujeres: la Reina Isabel II y su madre, María Cristina de Borbón, Regente. También debemos tenemos presente la importancia política y militar de la logroñesa Jacinta Martínez de Sicilia, Duquesa de la Victoria, quien financió a las tropas de Espartero, al que también aconsejaba.
Daniel Aquillué Domínguez
Bibliografía:
Mónica BURGUERA: Las damas del
liberalismo respetable…
Isabel BURDIEL: Isabel II...
Isabel MORANT (Dir.): Historia
de las mujeres en España y América Latina...
Aurelia MARTÍN CASARES y Manuel
MARTÍN GARCÍA (eds.): Mariana de Pineda...
Irene CASTELLS, Gloria ESPIGADO y
María Cruz ROMEO (coords.): Heroínas y patriotas...
Isabel BURDIEL y Manuel PÉREZ
LEDESMA (coords.): Liberales, agitadores y conspiradores…
Raúl MAYORAL: El Cinco de
Marzo…
Mark LAWRENCE: “Las viudas de
Comares".
Mª Cruz ROMEO: “Domesticidad y….”
Wilhelm von RADHEN: Cabrera...
Adrian SHUBERT: Espartero…
Fuentes: ADPZ, Eco del Comercio.
Imágenes: distintas obras de la década de 1840 y web del Museo Zumalacárregui.
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