Ayer, la 2 de TVE emitió la película
“La Leyenda del tambor” (J. Grau, 1982). La película, en general, está bien
hecha y tiene aspectos que quiero señalar. Al final, como el propio título indica,
refleja la leyenda un tambor que muy probablemente no existió. En el contexto
de la Guerra de Independencia Española (1808-1814), reduce los distintos
combates entre el 6 y 14 de junio de 1808 en el Bruc, a un único combate el día
6 entre somatenes catalanes (fundamentalmente) y la columna napoleónica de Schwartz.
Esta se dirigía a Lérida y, de
ahí a Zaragoza, en lo que creían una fácil operación de pacificación/castigo a
unos campesinos rebeldes “palurdos” que dice el propio personaje de Schwartz en
la película. La misma expresión se atribuye al general Lefebvre cuando se
presentó ante las tapias de Zaragoza el 15 de junio de 1808. Da muestra del
desdén con el que los generales de Napoleón veían a la rebelión española en favor
de Fernando VII, y la propia confianza en las armas del Imperio Francés.
La película de Grau (que es un remake
de otra anterior) se desarrolla entre el 3 y el 6 de junio de 1808 en Cataluña,
entre Santpedor y el Bruc. El protagonista es un niño, Isidro, que será el
legendario tambor. Sin embargo, nos muestra muchos detalles históricos acertadamente
reflejados.
Además, la ambientación y
vestuario es aceptable, tanto para los paisanos como para los soldados
napoleónicos (coraceros, infantería). Y más para lo que estamos acostumbrados. Eso
sí, tiene algunas “confusiones” con el tema banderas, incluso llegando a
obligar los soldados napoleónicos a izar la tricolor en el pueblo, cosa que no
sucedió. Pero vayamos con otros puntos.
Cuando clavan el bando de Napoleón en el pueblo, el vecindario se arremolina en torno a él hasta que uno que sabe leer (el jefe del somatén, hijo del alcalde) lo lee para todos en voz alta. Era algo muy común en la sociedad que se leyera públicamente. Si lo leía alguien con la confianza del pueblo, se le creía. Si no, podía acabar mal.
Otro detalle relacionado es el
papel sellado, que pasa de reflejar a Carlos IV de Borbón a la familia
Bonaparte, con el águila imperial francesa. Estos cambios se vieron durante la
ocupación napoleónica. Se podía no saber leer, pero el sello se identificaba y
daba oficialidad a un documento.
También se muestra las violencias
cotidianas que más soliviantaron a la población en 1808: los saqueos y las
requisas del ejército napoleónico. En este caso, requisan el aguardiente de los
protagonistas. Bebida, por otra parte, fundamental en los ejércitos.
La situación interna del pueblo
de Santpedor muestra bastante bien las dinámicas del levantamiento de 1808, o
la guerra y revolución que escribió Toreno. Se reflejan opiniones dispares
dentro de la corporación municipal, distintos intereses dependiendo de la clase
y un conflicto social latente. La división también se traslada al estamento
eclesiástico, mientras unos se ponen al frente de la rebelión otros intentan contemporizar
con la situación y el nuevo poder napoleónico.
Y muy importante, el tema
económico. Lo señala el terrateniente del pueblo, si él y otros no aportan
dinero, no hay tropa que levantar, ni somatén que armar. Que la guerra necesita
dinero es una obviedad. Que necesitan logística, también. Y eso queda patente
cuando hablan de la necesidad de munición, de plomo, de armas, de carros, de
aguardiente. En el verano de 1808 la España fernandista hizo auténticos
malabarismos para levantar ejércitos.
El motín popular, encabezado por
el comandante del somatén, estalla finalmente, pidiendo armas a las
autoridades. Lo típico que ocurrió en numerosas poblaciones de la España de
mayo-junio de 1808. Y si la autoridad no cedía podía acabar linchada.
Aún cuando consiguen las armas,
falta la munición, que deben fabricar. Y no solo necesitaban plomo… Ni solo las
armas. Todo era más complejo, pero sobre eso ya me leeréis en otro medio no
digital.
Y no todos tenían armas. Literalmente,
dicen que cojan armas a los que caigan en batalla. Y es que eso pasaba. En la
Zaragoza de 1808-1809 lo he visto clarísimamente, ya me leeréis al respecto.
Aunque el protagonismo mítico
romántico del Bruc se lo llevaron los somatenes catalanes, como se muestra en
la película, también hubo tropa regular española borbónica. Esta queda condensada
en el film en el soldado suizo que aparece. Y es que los suizos al servicio de España
(junto a irlandeses y valones) fueron importantes en la guerra. Uno, Teodoro Reding,
gobernador de Málaga y vencedor en Bailén el 19 de julio de 1808, incluso llegó
a ser Capitán General de Cataluña, muriendo a consecuencia de las heridas
recibidas en la batalla de Valls, ya en febrero de 1809.
Por cierto, desde noviembre de
1808 y todo 1809 andaba por Cataluña una división aragonesa al mando de Luis de
Palafox, Marqués de Lazán. Pero esto es otra historia.
En la película aparecen asimismo
los desertores del ejército napoleónico. Que los había, como en cualquier
ejército de la época. En este caso son franceses ven a Napoleón como traidor a
la Revolución. Sin embargo, la mayoría de desertores napoleónicos en la España
de 1808 no eran franceses sino polacos, alemanes, italianos y, sobre todo,
portugueses, quienes se unieron a la resistencia española.
Un dato anecdótico. A Isidro le
da su abuelo un duro con el que compra multitud de cosas. 1 duro = 5 pesetas =
20 reales de vellón. ¿Qué se podía comprar con 20 rv. a comienzos del s. XIX?
1 vara de paño negro,
17 rv.
1 chaqueta, 16 rv.
1 camisa blanca, 20
rv.
2 anegas de maíz, 20
rv.
1 azada, 20 rv.
2 gallinas, 16 rv.
La película no excluye los desastres
de la guerra. Para ello recurre a una escena recurrente y cargada de
significado, pues parece sacada de los grabados de Goya “Los desastres de la
guerra”, el carro de muertos, “Carretadas al cementerio”.
Brevemente, también aparece el papel de la mujer combatiente, tan significativo en la Guerra de Independencia. Así, la tía de Isidro aparece disparando el fusil en el Bruc, cual Manuela Sancho en Zaragoza.
Una última cuestión de la
película: la canción que silban los niños parece evocar a los toques militares del
ejército español, como el toque de diana y el de generala.
Por último, dejo por aquí cómo
informaron los catalanes a José de Palafox, Capitán General de Aragón, de la
victoria en el Bruc y le solicitaron ayuda:
“Excmo. Señor.
Las vigorosas proclamas que VE ha
tenido a bien dirigir a los buenos Españoles, han inflamado de tal manera los
habitantes de esta Villa y su Comarca, que armándose todos para la defensa de
la Patria y de la Religión, y para vengar los atentados cometidos contra la
Real Familia Borbónica, han logrado rechazar al enemigo, que iba a apoderarse
del Castillo y Ciudad de Lérida. La mayor parte de este Principado vive animado
del mismo celo, y solo le faltan Caudillos expertos para obrar con mayor
acierto y actividad hasta derramar la ultima gota de su sangre.
En el mismo momento, Excmo. Señor
que se supo que los Franceses habían salido de Barcelona en numero de seis mil
hombres, y que la mitad de este exercito debía pasar por esta Villa con
dirección a Lerida, salieron nuestros Paisanos armados y llamando a socorro a
todos los Pueblos de esta Carretera, y a los del Corregimiento de Manresa y
Cervera han obligado al enemigo a una vergonzosa y rápida retirada, abandonado
este sus cañones.
En estas circunstancias la Junta
de Gobierno espera del celo ilustrado de VE tendrá la bondad de acogernos bajo
su protección, enviándonos Jefes de su satisfacción, y como por otra parte
tiene presentimientos de que los Franceses intentan volver con mayores fuerzas,
espera igualmente nos proporcionará los auxilios que juzgue convenientes a fin
de contener al enemigo, escarmentarle, y sacarle de Barcelona y todo el
Principado.
La Junta y el Pueblo, Excmo.
Señor guardan impacientes la resolución de VE para obrar en un todo conformes
al interés publico, y dar a la posteridad un testimonio convincente de que la
Religion, la Patria y nuestro Rey natural son los poderosos móviles que habiendoles
puesto el fusil en la mano les harán invencibles bajo ordenes de VE.
No ignora VE lo que es un cumulo
de gente sin Jefes que les dirijan y que el valor no sirve sin la buena
dirección y disciplina. El valor hace el carácter catalán, y si este solo ha
bastado para cantar una victoria, que no deberá esperarse siendo dirigido y
amparado por VE. (…)” Igualada, 8 de junio de 1808. Agustín Alberch, Francisco
Morros, Baltasar de Otinellas.”
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