Antes de que, con el maremágnum de
revoluciones y contrarrevoluciones iniciadas a finales del siglo XVIII, se construyeran
los estados-nación que conocemos en la Contemporaneidad existía un mundo
tardofeudal complejo, el Antiguo Régimen.
Para comprenderlo deberíamos procurar
desligarnos de nuestros marcos políticos y mentales actuales, pues revestía de otras dinámicas.
Para empezar, como ha demostrado
la historia conceptual, los conceptos evolucionan y no significa lo
mismo el término “Alemania”, “nación”, “estado” o “España” en el siglo XVI que
en el XIX. Además, hay que huir de visiones teleológicas, esencialistas
y de teorías de la modernización según las cuales la Historia estaba
predestinada a lo que vemos en la actualidad, en una progresión escalonada y lineal.
Mejor situarnos en cada contexto y hacer adecuadas comparaciones.
En un texto anterior ya hablé de
las monarquías compuestas, incluso con un ejemplo de cómo eran territorios
patrimoniales de un “príncipe”, pero vuelvo a escribir sobre ello.
En los siglos XVI y XVII no
existían los estados tal y como los conocemos en la actualidad. Mucho menos las
naciones modernas. Los conceptos evolucionan y cambian con el paso del
tiempo. Hablamos de Inglaterra, Francia, Alemania o España, pero tales realidades
eran en el siglo XVI algo muy distinto a lo que se suele pensar. Eran,
esencialmente, monarquías compuestas. No eran sujetos colectivos de
soberanía, sino patrimonio particular y dinástico de un rey o príncipe,
quien no era absoluto ni tenía plena capacidad de dominio sobre sus vasallos y
territorios. Que fueran Monarquías compuestas implicaba que una misma persona
(el monarca) era la cabeza de una pluralidad territorial, de reinos y
señoríos que le reconocían como soberano. Además, en cada uno de esos entes
políticos territoriales se encontraban otros tantos cuerpos políticos y
sociales, cada uno con sus competencias: nobles, eclesiásticos, ciudades,
gremios… Vamos, en resumen, los "estados" del Antiguo Régimen eran como
un sinfín de muñecas rusas, y el rey que estaba a la cabeza tenía que serlo
de cada uno de ellos.
Para entendernos, me gusta poner un
símil, si se me permite. Es como si una persona tuviera distintas
propiedades inmobiliarias: por un lado su casa de residencia habitual, por
otro un apartamento en la playa, por otro dos casas en dos pueblos distintos que
ha heredado, y por otro un bloque de pisos que ha comprado y ha puesto en
alquiler. Tendría el dominio sobre todas propiedades, que son suyas, pero
debería negociar con los inquilinos, con Hacienda, con los vecinos, con la
comunidad… Y dentro de cada piso, incluida su residencia, no se podría hacer lo
que quisiera, sino establecer relaciones con el resto de las personas, de la
familia etc. Eso pasaba con un rey de la Edad Moderna: debía relacionarse con
la corte, la suya y las extranjeras (muchas veces de la misma familia), con las
Cortes o parlamentos de cada reino, con la nobleza y las burguesías, respetar
las distintas leyes y jurisdicciones etc. sí, nominalmente era el rey de todos,
pero lo era de forma distinta y nunca total.
En el caso de España, de las
Españas, de las Coronas de Castilla, Aragón y Navarra, ya decía Juan de
Solórzano y Pereira en 1648 lo siguiente: “Porque lo más cierto es, que también
en este caso, los Reynos se han de regir, y gobernar, como si el Rey que los
tiene juntos, los fuera solamente de cada uno de ellos”. A partir de 1714,
con la victoria borbónica y los Decretos de Nueva Planta, en España desaparecen
los 4 estados de la Corona de Aragón (Aragón, Cataluña, Valencia, Mallorca), pasando a ser regiones administrativas.
Eso sí, se mantiene el Reino de Navarra.
En Francia el rey que se intitulaba de “Rey de Francia
y de Navarra” y es tenida como una monarquía
paradigma del absolutismo y centralismo, los pays d'état
siguieron teniendo instituciones propias hasta 1789.
Sobre los términos de nación y
estado, se debe insistir en la absoluta polisemia de ambos en la Edad
Moderna. Otro tema sería hablar de las múltiples identidades territoriales y religiosas de las gentes de aquellos siglos. Por ejemplo, para el siglo XVIII contamos ya con la RAE, que nos aclara
algo a este respecto.
En el Diccionario de autoridades
de la RAE (1734), “nación” significa:
1) “El acto de nacer. En este
sentido se usa en el modo de hablar De nación, en lugar de Nacimiento: y así
dicen, Ciego de nación”.
2) “La colección de los habitadores
de alguna Provincia, País o Reino”.
3) Se usa frecuentemente para
significar cualquier Extranjero. Es del estilo baxo”.
En el Diccionario de autoridades
de la RAE (1732), “estado” significa, en acepción de poder:
“Se toma también por el País y
dominio de un Rey, República o Señor de vasallos”
A ver si con mapas e imágenes
se entiende mejor el mundo europeo anterior a la construcción de los
estados-nación: Una Europa de monarquías compuestas.
Y dentro de cada monarquía,
patrimonio dinástico de un rey, había varios "estados" (reinos,
principados), dentro de los cuales había otros "estados" (señoríos):
Daniel Aquillué Domínguez
Sobre estos temas, además de lo
ya citado, véase:
J. H. ELLIOTT: España en
Europa. Estudios de historia comparada, Universidad de Valencia, 2002.
Conrad RUSSELL: Las Monarquías
del Antiguo Régimen, ¿monarquías compuestas?, Editorial Complutense,
Madrid, 1996.
Sobre nacionalismo y naciones
modernas remito a esta breve y sintética entrada: "Sobre identidades colectivas, naciones y nacionalismos".
Procedencia de las imágenes: BNE,
BNF, IFC, BVA. IGN y Wikipedia. Son fundamentalmente del siglo XVIII.
Hispania ex archetypo Roderici
Mendez Sylva (c. 1730, BVA).
Theatre de la Guerre en
Espagne et en Portugal: Dressé sur les Memoires des plus Habiles Ingenieurs
&c: Presenté À Philippe V Roy D'Espagne, et des Indes &c: s. (1721,
BNE)
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