El miedo al retroceso, a la
pérdida siquiera de los derechos recogidos en la Carta Otorgada de 1814, fue el
fantasma que recorrió Francia en los últimos tiempos del reinado de Carlos X.
Finalmente, una serie de acontecimientos desencadenaron la revolución de 1830. La
revolución fue posibilitada porque muchos miembros de las élites retiraron su
apoyo a un régimen que había puesto en peligro los principios fundamentales del
gobierno representativo.
La cronología de los
acontecimientos que precedieron a las denominadas Tres Jornadas Gloriosas de
Julio, se remonta al 16 de mayo de 1830 cuando el rey disolvió la Cámara de
Diputados. Polignac, jefe del ministerio había impugnado las últimas elecciones
que favorecían a los liberales. El 25 de julio, Carlos X decretó unas ordenanzas
que fueron inadmisibles para los sectores liberales, incluso los más
conservadores. La deriva extremadamente autoritaria del monarca y su gabinete
hacían irremediable la solución revolucionaria.
Se llegó así al 27 de julio
cuando la prensa, desobedeciendo la censura previa, publicó duras críticas a
las ordenanzas. Inmediatamente la policía se presentó en las imprentas y cerró
los periódicos opositores. Tras ese incidente se desataron los primeros altercados,
se erigieron las primeras barricadas cerca del Palacio Real. La revolución
había comenzado.
En el Bulevard des Italiens
hombres y mujeres arrancan el pavimiento y cortan árboles para impedir el paso
a las tropas gubernamentales. A la altura de la calle de Richelieu, los vecinos
montan una barricada arrancando losas de piedra de las fuentes, volcando
carretas y un ómnibus. A ochocientos metros de allí, en la Puerta de
Saint-Denis el pueblo lanza piedras contra los gendarmes estacionados en el
bulevar al grito de “¡Mort aux gendarmes!”. En la plaza del Palacio Real los
manifestantes portan armas y entablan fuego con un batallón de la Guardia Real.
Caen las primeras víctimas. Estudiantes, burgueses, veteranos del ejército
napoleónico, guardias nacionales y, sobre todo, clases populares, se unen en
las barricadas.
El veterano general Marmont
dirigía a las tropas reales encargadas de mantener el orden en la ciudad de
París. El 28 de julio de 1830 la disposición de los efectivos era la siguiente:
el Bulevar de los Capuchinos era recorrido y vigilado por el 1er regimiento de
la Guardia y 100 lanceros a caballo, en la plaza de Le Carrousel estaban
apostados el 3er regimiento con 200 lanceros y el 2º de granaderos a caballo,
en la Madelaine estaba el 6º regimiento de la Guardia, en Pont-Neuf el 15º
regimiento de línea, y el 5º y 53º regimientos sobre la plaza de Vendôme.
Las barricadas se multiplican por
doquier, París entero está sublevado. Las tropas de Marmont lanzan una
ofensiva, disparos de artillería, fuego de fusilería en calles y casas, luchas
en las barricadas… La bandera tricolor ondea en distintos puntos. Uno de los
puntos donde se producen los más duros combates es en el Hôtel de la Ville
-ayuntamiento- que es inicialmente ocupado por los revolucionarios el 28 de
julio. La tricolor, símbolo de la revolución, ondea en el centro de la ciudad,
en el Hôtel de la Ville, en Notre-Dame… Los gubernamentales reconquistan el
Hôtel de la Ville, se combate en la calle de Saint-Denis, en los bulevares, en
el barrio de Saint-Antoine, en la plaza de la Grève… Mientras tanto, hay
quienes, como los liberales Laffite y Thiers que piensan en el día después del
triunfo revolucionario. Estos acuerdan ya entonces dar el trono al Duque de
Orleáns.
El 29 de julio de 1830, ante un
París lleno de barricadas y tricolores, Marmont se retira con sus tropas del
Louvre y Tullerías. Muchos soldados están empezando a confraternizar con la
revolución. El veterano republicano La Fayette, al mando de la Guardia Nacional
reconstituida vuelve a tomar el Hôtel de la Ville. Se produce un violento
asalto al cuartel de los suizos de la calle Babilonia. La confusión se extiende
entre los soldados del rey. Carlos X, asustado, retira las ordenanzas del 25 de
julio y releva a Marmont, pero ya es tarde. El ejército se retira de París, los
revolucionarios son dueños de la capital. Las bajas de la revolución son de 800 muertos y 4.000 heridos.
Después del triunfo de los
revolucionarios se produjo un vacío de poder que podía conllevar a una guerra
civil. Por un lado, los realistas partidarios de un Carlos X que abdica el 2 de
agosto exiliándose a Inglaterra, por otro los bonapartistas que tienen a su
candidato fuera de escena, y por último republicanos (Lafayette) y liberales
(Laffite, Thiers, Mignet, Guizot, Sebastiani) que acaban coaligándose en favor
del Duque de Orleáns. La comisión provisional reunida en el Hôtel de la Ville
acabará haciendo rey de los franceses –que no de Francia- al Duque. Se inagura
entonces la Monarquía de Julio, un sistema de monarquía constitucional de
liberalismo doctrinario. Durará, entre tensiones, motines e insurrecciones
hasta otra revolución, la de 1848.
Roger PRICE: Historia de
Francia, Cambridge University Press, Cambridge, 1996.
David H. PINKNEY: La
Révolution de 1830 en France, Presses Universitaires de France, París, 1988.
Jean-Claude CARON: La France
de 1815 à 1848, Armand Colin, 2004.
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