La insurrección del 18 de enero de 1835


El 18 de enero de 1835 se produjo una "extraña" insurrección en Madrid. Al amanecer de aquel día el 2º batallón de Voluntarios de Aragón salió de su cuartel y se dirigió a la Puerta del Sol donde se hizo con el edificio de Correos y tomó posiciones en las calles adyacentes. El ministro de la guerra, Manuel Llauder, nada apreciado por sus compañeros de gabinete, tardó en reaccionar ante la situación, lo que lleva a pensar a autores como Manuel Santirso que más que insurrección constitucional fue una maniobra para culpar a Llauder de los sucesos y quitárselo del medio. Mientras el desconcierto reinaba en el ministerio, el recién nombrado Capitán General de Madrid, José Canterac, se presentaba en el mismo edificio de Correos reconviniendo al jefe de los sublevados, Cardero, recibiendo como respuesta “tres ó cuatro tiros que le dejaron en el sitio á cosa de las ocho de la mañana”.

Las tropas de la guarnición junto a las de la Milicia Urbana rodearon el foco rebelde poco después, pero los individuos de esta última comenzaron a fraternizar con los insurrectos “al oir que desde correos gritaban viva Isabel II, viva la libertad”. Ante tal situación, comenzaron las negociaciones entre ambas partes para una salida pacífica a la crisis. Finalmente, a las tres de la tarde, los Voluntarios de Aragón salieron “á tambor batiente y tocando patrióticas por las calles”. Quedaban atrás, tendidos en las calles, además del citado Canterac, el brigadier Zamora -teniente de rey de la plaza-, 3 voluntarios de Aragón, “ocho ó diez de la guardia, un aguador y otro paisano”. ¿El castigo? El general Solá había “anunciado á nombre de S. M. el perdón para todos”, a cambio fueron enviados a combatir al frente norte donde “lograrán la absolución patriótica de sus aciagos estravíos; allí prestarán servicios positivos á la libertad que proclamaban”.  



Y es que, aquel suceso había sido eso, un “estravío”, unas “tristes ocurrencias” que debían olvidarse rápidamente, “algunas desgracias” que no merecían siquiera una línea de condena en el Eco del Comercio, al fin y al cabo, Canterac era un aristócrata y aquello sirvió para obligar a dimitir al ministro Llauder, un representante del “despotismo ilustrado”. Lo que quedó claro a partir de entonces, fue la impunidad que podía seguir a un ataque a la autoridad, lección de la que tomarían nota, que sentó precedente. Además, era la primera vez que se utilizaba la violencia, el método insurreccional, entre liberales. El doctrinario Alcalá Galiano se lamentaba amargamente de aquellos hechos tiempo después, despachándose con un discurso demofóbico que le sería muy recurrente a él y al moderantismo isabelino. Aduce que era “natural” en aquellos soldados “cometer tales delitos”, el escándalo de que ni “un brazo se alzase para ayudarle, o una persona se atreviese a moverse para recogerlo”, deplora la impunidad del “atentado” que supuso un “doloroso escándalo”, para acabar apuntando que “aquel lance sangriento y de increíble desmán” fueron un “fatal ejemplo, cuyas consecuencias se sintieron en acontecimientos posteriores”. Y tanto que se sintieron. 

Unos meses después de aquél suceso, España estaba en revolución y en Barcelona las clases populares se habían lanzado a las calles, primero quemaron conventos y mataron frailes, después atacaron máquinas,y arrastraron-literalmente- a la autoridad militar. En otros puntos como Zaragoza o Málaga también se amotinaron los liberales y formaron Juntas revolucionarias. Y en Madrid, en agosto de 1835 se erigieron barricadas. Todo llevó a la caída del gobierno de Toreno. 

Daniel Aquillué Dominguez


Bibliografía y fuentes

ALCALÁ GALIANO, Antonio: Historia de las regencias (1833-1843): continuación de la Historia de España de S. A. Dunham. Prólogo de Juan María Sánchez Prieto, Urgoiti Editores, Pamplona, 2008.

AQUILLUÉ, Daniel: “La violencia desde el liberalismo 1833-1840”, en HERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, Paula et al. (coords.): Las Violencias y la Historia, Salamanca, Asociación de Jóvenes Historiadores, 2016, pp. 345-367. 

SANTIRSO, Manuel: Revolució liberal i guerra civil a Catalunya (1833-1840), Pagès editors, Lleida, 1999.

Eco del Comercio, 19 de enero de 1835, núm. 264. 
Revista Española, 19 de enero de 1835, núm. 454. 

Comentarios

  1. No he comprendido del todo lo que se buscaba con la insurrección ni quién estaba al mando de la misma ¿Es posible que hubiera un tal Cayetano al mando o es como se conoce la insurrección? Un saludo y le dejo mi correo por aquí. fernando25170@gmail.com.

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