A través de lo que cuenta uno de esos personajes de 1808 en Zaragoza. quiero hablar del sentimiento más común en una guerra: el miedo.
Joaquín Montalbán era "el Comandante del puesto de la
Bernardona avanzada" el 26 de noviembre de 1808. Para situarnos, era un
puesto de la defensa exterior de Zaragoza, en una leve elevación al oeste de la
ciudad, más allá de la Aljafería, en la actual zona de la Bombarda.
El contexto era el siguiente: 3 días antes el Ejército de Reserva y parte del Ejército del Centro habían sido derrotados en Tudela y perseguidos por la caballería napoleónica. Altas bajas. Desbandada. En 9h llegaron desde Tudela a Zaragoza muchos soldados en su huida. Miedo.
Zaragoza estaba en estado pánico. No solo la derrota de los ejércitos españoles. Ante el avance y saqueos de los invasores napoleónicos, miles de personas refugiadas, familias enteras, habían abandonado sus pueblos y buscado refugio en la ciudad de Zaragoza.
Angustia, miedo, incertidumbre. Tristes presentimientos de lo que ha de acontecer.
A las 8:00h de la mañana del 26 de noviembre de 1808 una
avanzada desde la Bernardona regresó "sin novedad". Y sin embargo...
Se escucharon tambores.
No se sabía si eran tambores franceses o españoles, si era real el sonido o no. Había mucha niebla y no se veía absolutamente nada. En el cercano convento de San Lamberto estaban los Granaderos de Fernando 7º.
Rumor: “y en seguida voces de que vienen los Franceses,
viendo al mismo tiempo de que echaron a correr para la Ciudad la partida de
Caballería que se hallaba en dicho Convento, y también dichos Granaderos".
Los granaderos y jinetes huyen. Pánico.
"Con cuyo alboroto y gritos que se oían de algunas mujeres, se alborotó también esta guardia, echando al instante a correr también la mayor parte de la tropa, sin poderlos detener a pesar de las voces que dábamos" decía Joaquín Montalbán.
Y continuaba Montalbán: "habiendo echado también a huir
en el instante las mulas del tren de
artillería, que por más diligencias no se han podido alcanzar; con cuya
precipitación y alboroto no pudiendo de ningún modo retirar los 2 cañones de a
cuatro que existían en este punto".
Las tropas de guarnición de estos puntos exteriores, los
civiles, las mulas, todos se habían desbandando ante un supuesto sonido de
tambor y un rumor de que llegaban en ataque los ejércitos napoleónicos. Puro
miedo en la guerra. El sentimiento más humano ante algo tan terrible.
Al acabar el día, Joaquín Montalbán escribía: "He vuelto a ocupar este mismo punto faltándome de la gente que se ha escapado, un sargento, nueve cabos, y sesenta fusileros, que hasta la presente aún no han comparecido.
El sentimiento más humano ante la guerra era y es el miedo.
De esto trato de hablar también cada vez que tengo ocasión,
sea por escrito o de viva voz.
Daniel Aquillué
Para saber más: https://www.esferalibros.com/libros/guerra-y-cuchillo/
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